TransAndalus en btt, septiembre 2009

     Me gustaría comenzar diciendo que, si por cualquier circunstancia has llegado hasta este blog y estás buscando información sobre la TransAndalus; prácticamente no encontrarás en estas líneas, salvo una pequeña experiencia personal, ningún detalle que no esté recogido en la página www.transandalus.org, rincón cuya visita recomiendo en cualquier caso.

     Una vez hecha esta advertencia,  si continúas leyendo este párrafo, juraría que…somos familia y/o amigos, así que, en confianza, te pediría que no perdieses aquí demasiado el tiempo y lo invirtieras en darle un manguerazo a tu bicicleta, para subirte después sobre ella y pedalear –me refería a la bici–.

Introducción



    No puedo describir esta ruta mejor ni más alto que lo hace la página arriba apuntada, así que lo resumiré  de una forma cursi…

      …la Transandalus es como la gargantilla de esta rica Andalucía. Una joya de más de dos mil eslabones, de blanco, verde, azul y tierra –sangre, sudor y lágrimas si lo deseas– diseñada para su excursión en bicicleta de montaña, cuyo sigilo te permitirá casi atropellar animales, asaltar paisajes, y conquistar pueblos; con suerte de que, durante una de esas acometidas, ninguno de ellos lo haga contigo y tengas que quedarte allí para siempre.

      Tropecé con la TransAndalus en el año 2007, mientras pedaleaba por Internet tratando de recopilar información para otra ruta en bicicleta de montaña. Llamó mi atención el laborioso trabajo y coordinación de ese grupo de ciclistas, quienes, a pesar de la gran cantidad de información mostrada sobre este recorrido, tenían la reserva de llamarlo “proyecto”. Desde ese momento pasó a ser una de mis páginas web favoritas, y no vacilaría demasiado en escapar esta travesía del pelotón, para llegar la primera a las siguientes vacaciones. No puedo obviar otra de las principales razones de esta decisión: el cauce de la Transandalus discurre casi por la puerta de casa, y no debía estar allí, con los ojos cerrados, esperando a que la corriente me arrastrase, así que…

      Llega el momento del zambullido e inicio esta travesía en la "Cuenca Chica", en Sorbas (Almería), el domingo 30 de agosto de 2009, con el propósito de completarla de una forma continuada y conseguir volver al mismo lugar montado sobre la bicicleta.

     Las etapas las he improvisado cada día, según las condiciones físicas, meteorológicas, posibilidad de alojamiento, etc.; con conciencia de que, en estas rutas de varios días, cualquier contratiempo puede –casi con el mismo peso– obligarte a abandonar o no tener finalmente ninguna trascendencia.

      De este modo, como un niño de cuarenta años, fui construyendo un castillo de naipes, sin que el pulso de los pequeños reveses consiguiera derribarlo, hasta que, durante las últimas etapas, topé con algo con lo que realmente no contaba. El otoño debía haberse dejado alguna asignatura para septiembre –me había visto el juego– y así, pese a mi tozudez por seguir pedaleando; la lluvia, el helor y el recurrente asfalto para evitar algunos caminos, fueron haciéndome temblar el subconsciente. Unas horas antes de mimar mis ruedas de nuevo tierras almerienses; después de dieciocho días ininterrumpidos de viaje, ya había solicitado apoyo al campo base para que me recogiesen en Laujar de Andarax (Almería). Era la alternativa que había pensado para dormir en casa ese día y retomar la ruta al siguiente –justo donde la había dejado– pero un chaparrón mientras colocaba la bici en el coche, unido al deterioro, más psíquico que físico, puso a zapatear una sobre otra todas aquellas cartas, inspirando mi abandono.

      Días más tarde, Thor me concede una pequeña tregua; con el último paseo de esta ruta por la provincia de Almería, previo a colgar burra y Transandalus –por este año– con lo que doy el puntillazo a este episodio.

      Cuando uno habla o escribe sobre algo tan sencillo como esto de subirse a una bici, tirar “pa’lante” y disfrutar, no puede evitar ser un plomo, así que, para un vistazo rápido, al inicio de cada etapa, me he permitido subtitular cada una de ellas con algunas de esas herramientas con las que trabaja el diablillo cicloturista, a modo de resumen o pequeñas lecciones. La mayoría no las llegaré a aprender nunca y otras, de tanto en tanto…se olvidan. También aparecen algunos datos orientativos sobre kilometraje, horario y precio del alojamiento,  unas cuantas malas fotografías y algunos enlaces en los que me he apoyado para informarme sobre dónde me metía.

      Por último, en algunos de los siguientes párrafos pueden desprenderse pequeñas críticas sobre ciertos establecimientos y/o personas, ajenos a esta ruta;  que no dejan de ser opiniones personales y puntuales, por lo que evito ponerles nombre propio.


Los pedazos de esta ruta:


Etapa 1:  Sorbas - Baza (domingo, 30 agosto 2009)
"Siempre se olvida algo"
Km.: 119
Salida: 08:30
Llegada: 19:50
Alojamiento: Hostal Casa Grande (20 €)

      La noche anterior ya había preparado todo el equipaje, justo después del obligatorio “homenaje” al que me había invitado mi mujer en una fecha señalada. Reconocí en su cara algo de preocupación, mayormente porque viajaba solo. Tranquila –digo– no voy a morir mañana. No es una fórmula perfecta, pero está demostrado que no puede fallar más de una vez.

      Sin madrugar demasiado, voy colocando todos los bultos sobre la burrilla, casi con las mismas ganas que un niño introduce un lunes los libros en su cartera. No me inquieta, es una sensación natural que la adrenalina se encargará de disipar.

      En esta ocasión es una suerte poder iniciar el pedaleo desde la misma puerta de casa, sin tener que ir arrastrando la bici, desmontada en una bolsa o caja rogando la comprensión de los capitanes de los medios de transporte. Así que, ya me encuentro tocando el suelo con la puntera de una de las botas, mientras a la otra le toca decidir el instante concreto del comienzo de la ruta.

      En Góchar, con las primeras gotas de sudor, advierto la falta del cuentakilómetros, por lo que tengo que volver a por él. Arranco de nuevo, con el Cerro de Monteagud dominando el horizonte –es el gallito de esta zona– hasta Uleila del Campo y Senés, todo ello pensando en las zarzamoras que iba a almorzar en la subida a Prado Alto –como recompensa por el empujón a la bici–. De esta forma, planeando durante un rato por la Sierra de los Filabres, alcanzo el alto de Velefique (final de la 12ª etapa de la Vuelta Ciclista a España 2009) y, según tengo anotado, me encuentro en la cima de la Transandalus. Continúo hasta Bacares, con una interesante bajada por la pista que cruza el Río de Enmedio. En Serón me entretengo un rato intercambiando impresiones con un vecino sobre el agua de la fuente, porque, con este calor,  no encuentro nada mejor de lo que hablar.

      Es de agradecer el fresco paseo por la Rambla del Ramil, hasta El Hijate. Desde allí, con algún empujón del viento que se le escabulle a los evolucionados gigantes, me voy despidiendo de la provincia de Almería; con la traicionera ensoñación en la que veo –transcurridas unas semanas–  atravesando su capital, mientras voy pidiendo de su carta de playas una donde darme un último chapuzón antes de regresar a casa –no se me dan bien los finales.

      En el barrio de Los Gallardos o Valcabra, del municipio de Caniles, noto la falta de la PDA (para los que somos de campo: Pon Dedo Aquí o Pon Dedo Allí). Con suerte, minutos antes había oído un “ploin” que relaciono con el aparatito. Lo localizo sin demasiada dificultad cerca de donde lo había consultado la última vez. De todos modos, he tenido la precaución de llevar en la mochila una tarjeta de memoria de repuesto.

      Llego a Baza y me siento en la terraza de un bar del centro, donde me tomo un par de cervezas sin alcohol que me dejan algo preocupado; porque, creo que son las primeras sin que me saben a con –parece una samba- y eso denota que, efectivamente, estoy bastante cansado.

Etapa 2: Baza – Pontones - Pontón Alto (lunes, 31 agosto 2009)
"Cerrado por vacaciones"
Km.: 110
Salida: 08:25
Llegada: 20:50
Alojamiento: Casa Rural Segura (25 €)

      Esta fuente en la Plaza de la Merced refleja más o menos el semblante con el que me levanto –yo también quiero decir algo pero no me atrevo. Comienza la etapa con las lógicas molestias iniciales de este tipo de rutas, pedaleando hacia la Hoya de Baza, paralelo al canal de Jabalcón,  con la relajante compañía del coqueto monte del mismo nombre; cuya silueta se me antoja una morena tomando el Sol, y con la que finalmente me tendría que marcar unos pasos de baile para conseguir verla desde su otra vertiente. Antes de bajar al Río Castril ya diviso el fuerte color verde. El refrescante paseo que durante varios kilómetros me obsequia, siguiendo el curso de sus aguas entre plantaciones de álamos, me lleva a pensar que la próxima vez sería estupendo planificar su tránsito en horas más calurosas.

      En lugar de entrar a Cortes de Baza por carretera, una vez cruzo ésta, lo intento continuando el río por un acceso –según mi mapa- al oeste del pueblo. De repente, choco con un pequeño huerto entre los chopos y tengo que sembrar las botas en barro; pero esas estupendas peras me dan la suficiente energía como para saltar la valla y continuar la marcha hacia Los Laneros; uno de esos pueblecitos que tienen la gentileza de darte la bienvenida.

      De distinta forma me reciben un par de perros mastines sueltos, al pasar por Cortijo Trillo; desde luego, no recomendable para los que tengan cinofobia.

      Me aprovisiono en Campo Cámara, y me dirijo a uno de los  pasos no ciclables y, además, técnicos que encontraré en esta ruta: el sendero pedregoso desde el depósito de agua, justo en el límite de provincias (Granada-Jaén), hasta el Embalse de la Bolera; con fácil alternativa por carretera si vas excesivamente cargado y/o impedido.
        Como todos estos días, persiste el calor y me aseguro no tener problemas de abastecimiento de agua. Desde el Embalse hasta Pontones existen tres fuentes de agua bien espaciadas, así que me adentro en el Barranco del Guadalentín, donde, en algunos tramos, tengo que estar pendiente de volar a la altura adecuada para seguir el camino y no la senda/cañada paralela. Alcanzo el camino de Santiago de la Espada hasta los Campos de Hernán Perea (también conocidos como Campos de Hernán Pelea); paisaje serio y con pistas pedregosas que hacen incómodo el pilotaje, pero que habría sido cojonudo haberlo pillado con su traje blanco de invierno.

      Ya casi al final de etapa, atravieso los Cortijos de Arriba, de Enmedio y de Abajo de Fuente Segura –las cosas claras– me asomo al sendero que queda a la izquierda, antes de cruzar el río, y que debería llevarme a Pontón Alto, momento en el que veo aquello demasiado embarrizado,  por lo que decido continuar por carretera hasta Pontones.

      En el único alojamiento de ese pueblo me dicen que está cerrado por “limpieza”. Me remiten a la casa rural de Pontón Alto donde acertadamente me hospedo. Su encargada (Vicenta) insiste en acercarme en coche hasta Pontones para poder cenar, así como en que le avise por teléfono al terminar, para recogerme. Me acerca al restaurante y pese a que le advertí que volvería solito dando un paseo (de un kilómetro y pico), cuando acabo, con la barriga llena, y comienzo a andar con aquella marcialidad, pienso que con el kilómetro podría, pero el pico…se me iba a hacer muy pesado y llamo.

Etapa 3: Pontón Alto - Chiclana de Segura (martes, 01 septiembre 2009)
"Los caminos están vivos"
Km.: 95
Salida: 07:30
Llegada: 20:30
Alojamiento: Casa Rural Atalaya del Segura (35 €)

      Desde Pontones, sigo el Río Segura durante un rato, pero me despido de él hasta que vuelva a verlo hecho un hombre en la capital murciana -donde nos conocimos- y me desvío en el Masegoso. Por allí sufro la primera desorientación notoria –es el inconveniente de ir excesivamente distraído con el paisaje– y sigo recto donde tenía que haberme desviado a la derecha. De repente, me veo encajonado en un barranco, por lo que tengo que recurrir al GPS (Gran Pérdida Socorro), donde veo que el camino vive un poco más alto, así que decido darle un paseo en hombros a la burrilla. Alcanzo reventado  el camino,  pero psicológicamente reconforta la sensación de que aún funciona la reductora. Si no fue así, nadie lo vio, y la burra, de momento… no habla.

      Enlazo con la carretera de Hornos (A-317) y la abandono en el sendero PR-A148, en bastante mal estado, con, al menos, dos troncos derribados y una piedra de gran tamaño interrumpiendo el paso. No puedo evitar que este tipo de sendas me diviertan; y he olvidado el lastre añadido, por lo que -haciendo la cabra con la burra- sufro una de esas caídas tontas que atestiguan que burra y ciclista pueden llegar a ser una sola cosa, y que, como diría Murphy: la burra siempre cae encima y nunca le pasa nada, convirtiéndose en una trampa. Salvo unos pequeños descosidos en el pellejo y el culot, no aprecio grandes consecuencias, pero conforme avanzo en el pedaleo, noto molestias en la rodilla izquierda, que intento compensar con el sobreesfuerzo de su gemela.

      Me tomo un tentempié en el bar Raisa de la localidad de Hornos, al tiempo que hablo con su encargado sobre esta ruta, que no conocía. Me despido para continuar el camino y me sorprende que, mientras me coloco el casco en la puerta, le escucho seguir la conversación sobre lo mismo con otros clientes.

      A continuación sigo la ruta por el camino que perfila el Embalse de Tranco de Beas y, tras un poquito de asfalto, para soltar piernas, tomo el camino del El Entredicho, en regular estado y donde tengo que quitar un poquito de aire a la rueda trasera para conseguir mayor tracción. En dicha pista localizo una fuente, aparentemente reciente (aprox. 600 m. pasado el cruce de la aldea abandonada Los Masegosos) que no consta en el rutómetro de ese tramo; y que hubiese venido estupendo conocer para no transportar demasiado peso líquido en esa subida.

      Una vez pasado el Cerro de los Atajos y haciendo lo propio, omito el trazado que tenía previsto en el rutómetro y en el mapa, y elijo la otra pequeña alternativa hacia Beas de Segura, indicada con un cartel. Me pareció aceptable, a pesar de romperse allí la cadena de la bici, circunstancia que soluciono cambiando un par de eslabones. Noto la cadena un poco estirada (pendiente de cambiar).

      Ya en Camporredondo, comienzo a buscar alternativas para el alojamiento, decidiendo finalmente hacerlo en Chiclana del Segura, a la que accedo por la vereda que continúa el camino de Camporredondo. Uno de esos trazados en los que hubiese pagado por subir con la fresca, bien desayunado, sin alforja y con cien kilómetros menos, o, en el peor de los casos, con un piñón 34 –pide, pide– pero por más que miro a la burra, a ella sólo le preocupaba seguir pastando, por lo que tengo que desmontar y empujar durante…ya casi no recuerdo, de lo que me dolió.

      En la casa rural y luego por la noche en el restaurante, me siento premiado por aquel último empujón, que ha puesto a mis pies ese cielo caído que forma el alumbrado de los pueblos próximos, cuyos nombres intento adivinar mientras les apunto con la botella de vino.

Etapa 4: Chiclana del Segura - La Carolina (miércoles, 02 septiembre 2009)
"Que no falte el agua"
Km.: 105
Salida: 07:50
Llegada: 19:40
Alojamiento: Hotel La Gran Parada (22 €)

      Salgo de Chiclana por un camino que baja entre olivos –en regular estado– y enlazo con la TA en la pista de Los Molinos, unos dos kilómetros pasada la Ermita de Nazaret.

      Atravieso la población de Aldeahermosa, y apunto hacia Sierra Morena, entre los vuelos sobre olivares de una avioneta fumigadora. Me meto un leve guarrazo –estaba mirando el sexo de la avioneta– justo a la altura del Cortijo del Puerco.

      En el cruce de cuatro caminos, pasada la finca La Parrilla, me encuentro con la cancela con el paso lateral elevado advertido en el rutómetro. Este paso no presenta ningún inconveniente si se va acompañado, pero es un poco engorroso librarlo uno solo. En un lateral, sobre la barrera principal, tiene un espacio en forma de “V”. En mi caso, opté por hacerlo "a lo bestia", subiéndome sobre el mástil a modo de plumilla y elevando la burra a pulso de uno a otro lado –mi espalda ha mejorado bastante– pero se me ocurren varias opciones mejores:

- Esperar al encargado de la finca, con quien me había cruzado algunos minutos antes.
- Desmontar la mochila y la rueda delantera de la bicicleta y portearlas por separado hasta el otro lado.
- Cargar con un par de pértigas o una radial y un grupo electrógeno en la alforja.

      En definitiva, obstáculo insignificante comparado con ese tranquilo paseo hasta Aldeaquemada y el Área recreativa Puente Moros (previa a las obras de la carretera A-4).

      Hace bastante calor y antes de iniciar la subida a Despeñaperros me percato de que no llevo suficiente agua. Llego a Miranda del Rey vacío y tocado, como la fuente de ese barrio, donde casi no tengo que pedir agua; lo llevaba escrito en la cara y una vecina me llena el botellín de una de esas aguas cuyo frescor y sabor nunca se olvida: ¡gracias!

      A la salida de Miranda la calzada romana que une esa aldea con la carretera J-5020 se encuentra en obras, con su firme prácticamente labrado. Me busco la vida serpenteando entre los arbustos de la senda entre el río y ese camino, en cuyo final encuentro una retroexcavadora y su operario vertiendo una botella de agua sobre su cabeza. El pudor me impide pedirle que me reserve el culo –de la botella– pero ya me queda poco para intoxicarme con la civilización y en el corto trayecto desde Navas de Tolosa y el final de etapa en La Carolina, me meto entre las costillas litro y medio de refrescos de todos los colores y sabores.

Etapa 5: La Carolina - Andújar (jueves, 03 septiembre 2009)
"Primera parada en boxes"
Km.: 75
Salida: 09:10
Llegada: 16:30
Alojamiento: Hotel El Botijo (22 €)

      Prácticamente a la salida de La Carolina me detengo y coloco la burra con las patas hacia arriba para engrasarla y hacerle unos ajustes. De reojo veo como el vecino de una vivienda cercana se aproxima ofreciéndose para echarme una mano –no es mal sitio para detenerte si tienes algún problema– y se lo agradezco, pero ya casi había acabado.



      Pasado el Camino del Centenillo improviso un atajo por la Casa del Quinto y de repente me veo paseando entre vaquillas bravas –menos mal que el adjetivo parece quedarle más corto que sus cuernos– aunque son de los pocos bichos que no he visto salir en estampida al paso de la burra. Al final, el tiro me sale por la culata y tengo que saltar una cancela para retomar el camino.

      El recorrido atraviesa Baños de la Encina, con su impresionante Castillo de Burgalimar, y continúa como un paseo, cruzando el Embalse de Rumblar. Encuentro una grúa interrumpiendo el paso por la presa, pero el mismo operario me indica cómo tengo que sujetar la bici para pasar por debajo de ella –debe tener experiencia– y este es prácticamente el último obstaculillo que salto hasta llegar a Andújar.

      Una vez allí (sobre las 16:00 horas) me dirijo al taller de una conocida tienda de deportes del Parque Empresarial Europa; pero no disponen de la cadena que necesito ¿Ya no se llevan las 8 velocidades?. Luego me desplazo a otro taller del centro de la ciudad, donde la reparación me saldría como su propio nombre (pero de eso no me percataré hasta el regreso a casa 12+1 días más tarde). Cambio la cadena y, por si acaso, también la corona. Aprovecho y compro un maillot y un culot; con el otro ya parecía un novillero después de una mala tarde.

Etapa 6: Andújar - Torrecampo (viernes, 04 septiembre 2009)
"Tranquilidad y buenos alimentos"
Km.: 110
Salida: 07:40
Llegada: 19:00
Alojamiento: Pensión Crespo (18 €)

      Aún no ha amanecido y parto desde el puente romano de Andújar, por la pista asfaltada paralela al Río Guadalquivir, hacia Marmolejo. Una vez finalizada la pista, donde el rutómetro indica que el camino puede tener problemas de ciclabilidad en época de lluvia, me sorprende lo que parecen unas obras para el cambio de trazado y acondicionado de esa trozo de pista, por donde transito sin mayor problema. Mientras doy una vuelta por esta última localidad, veo un puesto de churros y no puedo evitar pegarme un atracón.
  
      Saciado, continúo tranquilamente la travesía por asfalto hasta Venta el Charco, y luego,  relajadamente y casi todo entre dehesas, adentrándome en la Sierra de Cardeña y Montoro, por Venta del Cerezo, Cardeña, Villanueva de Córdoba y Torrecampo, donde decido hospedarme ante la imposibilidad de contactar con la única hospedería en El Guijo.



Etapa 7: Torrecampo - Granja de Torrehermosa (Badajoz) (sábado, 05 septiembre 2009)
"El penúltimo cartucho"
Km.: 130
Salida: 08:00
Llegada: 20:30
Alojamiento: Hostal bar San Francisco (25 €)

      Dejo este coqueto pueblecito, repleto de pequeñas plazas y fuentes, y me dirijo hacia El Guijo, adentrándome en la tupida Cañada Real Soriana (Cordel de la Mesta o Merinos) donde tengo que empujar durante un buen rato la bici entre arbustos. Cansado de arañazos, entre cordiales ruidos de disparos del 12, se me ocurre improvisar una serie de atajos absurdos, que me llevan primero a la finca Las Rozuelas, y después a un simpático lago recreativo,  que no aparecía en mi mapa, para finalmente tener que aterrizar de nuevo sobre la Cañada que me llevaría hasta El Guijo.
      Algo similar me ocurre camino de Hinojosa del Duque –está claro que voy huyendo de los matojos– y aparezco, sin saber exactamente cómo, en la carretera que lleva a esta población, a unos siete kilómetros.

      Después de tanto desatino, el trayecto hasta Fuente Obejuna me resulta un desestresante paseo. Al alcanzar este pueblo, me entretengo excesivamente tomando unas cervezas en el único bar que encuentro abierto, hasta que caigo en la cuenta de llamar por teléfono al también único alojamiento existente. El que atiende el teléfono me informa de que está completo. La ventaja de llamar desde el mismo portal es que...se entera uno de casi todo, y vengo observando que, si es que cogen el teléfono, esa es una respuesta demasiado recurrente cuando el establecimiento está cerrado, por el motivo que sea –como si no tuviese derecho– o no le interesa molestarse por una sola persona.

      No hace mal día para dormir en cualquier portal, pero al Sol todavía le quedaba un rato para ponerse el pijama, así que quito hierro, meto plato y cabeza –cuesta encontrarla– y me lanzo hasta el colchón más cercano: Granja de Torrehermosa (Badajoz).

     Es sábado y parece recompensado el rodeo por el ambiente del pueblo. Ceno, mientras veo un partido de fútbol, con café, copa, puro, recopa y cubata. Me acuesto no muy tarde, pero no consigo dormir más allá de las cuatro, momento en el que escucho a los vecinos de arriba hacer bricolaje con su cama –si entendiese de música diría que in crescendo.

Etapa 8: Granja de Torrehermosa - Almadén de la Plata (domingo, 06 septiembre 2009)
"Un guiño a Extremadura"
Km.: 108
Salida: 09:00
Llegada: 20:00
Alojamiento: Pensión Concha (20 €)

      Descarrilado de la Transandalus, usurpo durante algunos kilómetros la provincia de Badajoz. En Azuaga consigo algo de fruta en una tienda de esas que abren también los domingos y tienen de casi todo.

      Luego, observo el mapa e intento trazarme una ruta que haga juego con las ruedas rechonchas, desde esta población hasta Malcocinado, pero una vez sobre el terreno me descalabro en un par de ocasiones con cancelas intratables y recurro a lo aburrido pero cómodo: el asfalto, hasta que retomo el camino en Alanís (Sevilla), donde encuentro una feria medieval.

      Me veo obligado a entretenerme un rato en la playa artificial de San Nicolás del Puerto ¡Qué vistas! Están de romería, pero me espera otra de las golosinas del día por la Vía Verde de la Ribera del Huéznar, hasta Cazalla de la Sierra. Estiro un rato las piernas en la tranquila plaza, tumbado en un banco, con los ojos casi cerrados hasta que aterriza a mi lado un grupo de lolailos con su coche y la música a toda castaña –creo que ni me vieron– así que engullo el plátano de un bocado y me pongo en marcha.

      La carretera primero y luego la pista hasta Almadén de la Plata se me hace bastante cómoda,  salvo los últimos seis o siete falsos kilómetros llanos, en los que cuesta avanzar.






Etapa 9: Almadén de la Plata - Cortegana (lunes, 07 septiembre 2009)
"Si no puedes con la feria, únete a ella"
Km.: 105
Salida: 08:00
Llegada: 20:00
Alojamiento: Pensión El Aceitillo (20 €)

     Cuando cruzo la Rivera de Cala y paso al lado del cartel de “Huelva”, sin poder evitar acordarme del chiste, y casi sin soltar la sonrisa de la boca, me entrevisto con el simpático amigo de la foto. No me extrañaría que el vallado de esa dehesa comenzara a tupirse de todo tipo de peluches, pañuelos, calcetines rotos, etc., por ejemplo, dejados por transandaluseros.

      En fin, para reponerme del susto que me ha dado el huevo verde, tengo que hacer una parada en Santa Olalla de Cala, donde, como un faquir, me introduzco por el gaznate toda aquella rueda de churros –lubricados con chocolate, claro- mientras un grupo de gente con bañador estampado y sombrero no deja de mirarme. Por un momento se me pasa por la cabeza poner el casco en el suelo; tal vez con lo que obtuviera podría donarle otra rueda de esas a mi estómago, pero se colarían las monedas.

      Me cuesta bastante levantarme de la silla, de modo que descarto la visita al castillo y marcho, entre las Sierras del Viso y del Gandul, hasta Corteconcepción y Aracena.

      Desde Aracena, pedaleo entre dehesas y cancelas, pasando por Los Marines y Fuenteheridos, llego hasta Calaroza accediendo por unos cortos, afilados y entretenidos repechones y luego me paseo por el frondoso Sendero del Jabuguillo (PR A-38), cuyas zarzas se empeñan en cobrarse el peaje, aunque, como en otras ocasiones, más me cobro yo con sus frutos.
    
      Paso Jabugo y me presento en la feria de  Cortegana,  donde prodigiosamente encuentro alojamiento.  El recinto ferial no dista de mis oídos más de cien metros,  por lo que casi no consigo pegar ojo,  aunque supero la tentación de seguir por allí paseando toda la noche, hasta confundir los caballos...con sus amazonas.





Etapa 10: Cortegana - Valverde de Camino (martes, 08 septiembre 2009)
"Dónde está la pasta"
Km.: 110
Salida: 08:15
Llegada: 18:30
Alojamiento: Hotel Montearoma (29 €)

      Salgo de Cortegana por su antigua calzada romana, avanzando dentro del Parque Natural de Sierra de Aracena y Picos de Aroche. Antes de alcanzar este pueblo, circulo entre una cuadrilla de operarios realizando tareas de limpieza del camino, quienes, al advertir mi presencia, van paulatinamente deteniendo sus desbrozadoras y se lo agradezco inclinando la cabeza. Llego a San Telmo, atravesando el Paraje Natural de Sierra Pelada, y llamo a la puerta de la parte más oriental de la comarca de El Andévalo.

     En el camino de El Cerro de Andévalo hasta Calañas, pedaleando entre las plantaciones de eucaliptos: sudor (ojalá hubiese pillado a los padres de esos árboles para dar un poco de sombra) y polvo (arena suelta sin compactar que se adhiere de maravilla al mecanismo de la burra). Salgo de este último pueblo -no recuerdo exactamente la hora- por el paraje Cerquilla de las Siete y, una vez dejado el cruce de La Torerera, voy abrazando el Embalse del Calabazar, donde, desde arriba, veo varias parejas redactando el contrato, por lo que me privo de bajar y darme un baño.

      Más fatigoso se me hace el último tramo, por carretera, bastante transitada y empinada, hasta Valverde del Camino. Lo bueno de estos grandes núcleos es que puedes encontrar casi de todo, estaciones de servicio donde darle un remojón a fondo a la burrilla, taller de bicicletas, supermercado, farmacia, cajero, etc., pero –por experiencia- difícilmente un lugar donde comerte un buen plato de pasta. Y, después de varios días de camino, eso es precisamente lo que me pide el cuerpo; así que en un restaurante ruego expresamente que me hagan de pasta “lo que sea”, no sin pocos esfuerzos mediadores del camarero –a tu salud- con la cocinera.

      Ese sería el tercer y último plato de pasta de toda mi travesía,  durante cuya digestión estuve ideando crear una entrada en este blog, en la que ir añadiendo los establecimientos más apropiados -cicloturísticamente- de la TransAndalus para alimentarse. Estoy convencido -lo digo con pesar- de que no sería demasiado extensa, por lo que no descarto iniciarla.

Etapa 11: Valverde del Camino - Sanlúcar de Barrameda (miércoles, 09 septiembre 2009)
"No por mucho madrugar amanece más temprano"
Km.: 130
Salida: 07:30
Llegada: 15:30
Alojamiento: Hotel Los Helechos (60 €)

    Madrugo, con la intención de alcanzar la bajamar en Matalascañas (día 9, sobre las 11:55 horas) y poder cruzar la playa despacito y sin problemas, pero el gran número de caminantes por la Vía Verde Molinos del Agua hace que tenga que ralentizar notablemente la marcha (no se debe circular a más de 10 Km./h). Una vez despejada la pista, la vía verde se convierte además en rápida, alcanzando Trigueros y Moguer casi sin darme cuenta.

      Localizo, con ayuda de los pescozones del GPS –como coñe me he metido en esa plantación de fresas o lo que sea– el inicio de la Vereda del Camino del Loro, a las afueras de Moguer, que me llevaría directo hasta Matalascañas. Descanso un ratito en la playa, a la que llego más tarde de lo que había previsto (13:00 horas) y luego pregunto a unos guardas del Parque de Doñana sobre el estado de la arena, quienes me informan de que sus diez primeros kilómetros estaba un poco ondulada por el efecto de la última marea, pero que a partir de allí,  se hallaba en mejor estado y si me apresuraba, podría cruzar sin problemas.

      A pesar de que ya estoy algo cansado, hace calor y sopla viento de levante –suave– aquellas palabras despejan mi duda y la burrilla se muestra excitada al clavar sus ruedas sobre ese terreno desconocido. Después de todo, no eran más de 330 campos de fútbol seguidos; así que cojo las riendas con fuerza, coloco solemnemente las botas sobre los automáticos y, sin levantar la cabeza durante unos segundos, voy pedaleando hasta que veo moverse eso cada vez más rápido…

…!La hostia! Con tanto disfrutar, he olvidado untarme crema solar protectora y llego a la Punta del Malandar con algunas quemaduras. Tengo que confesar que, mientras divisaba esa barcaza-bus acerándose a mi orilla; me pasaba por la cabeza la fugaz pero seria tentación de volver sobre mis pasos y redibujar aquella serpiente de más de treinta kilómetros sobre la arena. Pero eso debía haber ocurrido hace veinte años, así que meto la bici en la barcaza, el rabillo entre las piernas y…cruzo al otro lado de la cremallera, en Sanlúcar de Barrameda.

Etapa 12: Sanlúcar de Barrameda - Conil de la Frontera (jueves, 10 septiembre 2009)
"La casa del viento"
Km.: 105
Salida: 09:00
Llegada: 17:30
Alojamiento: Hostal La Conilera (25 €)

      Me sacudo lo más rápido que puedo la retención ocasionada por las obras a la salida de Sanlúcar, camino de la Urbanización de la Jara.

     El día anterior el viento no me había tratado mal, pero esta mañana parece estar enfadado. Arrastro unas molestias en el gemelo izquierdo, tal vez de las carrerillas por la playa,  y las botas aún están mojadas del lavado previo, por lo que enseguida me doy cuenta de que no va a ser una etapa fácil.

      Además, la rueda trasera tiene un par de radios rotos y hace ya bastantes kilómetros que el buje no para de quejarse, así que me paseo por la variante de El Puerto de Santa María y Puerto Real, buscando -perdiendo el tiempo- un taller donde cambiar la llanta.

    Tal vez demasiado ocupados para hacerlo en un tiempo razonable o quizás la profesión de mecánico de bicicletas esté muriendo –comprensiblemente es más rentable vender– pero lo único que consigo son dos radios.

      No esperaba mucho más,  así que continúo circulando y disfrutando del Atlántico y el paisaje, todo ello con permiso del actor secundario: el viento. También me acompañan unas simpáticas "eses" de la rueda trasera hasta Chiclana y Conil de la Frontera, donde decido esperar la apertura del taller de bicicletas (18:00), esta vez con más suerte.




Etapa 13: Conil de la Frontera - Los Barrios (viernes, 11 septiembre 2009
"El primer atajo"
Km.: 125
Salida: 09:00
Llegada: 20:30
Alojamiento: Hotel Real (32 €)

       La misma película del día anterior, Sol tímido, estampida de nubes y amenaza de tormenta. El viento sigue reclamando su protagonismo,  y lo consigue,  porque durante esta jornada, cada pedalada que doy -caras- lo hago casi con la exclusiva motivación de buscar la tangente al Golfo de Cádiz.

       Bordeo por carretera el Cabo de Trafalgar,  el Parque Natural de la Breña y Marismas de Barbate.      Antes de llegar a Zahara de los Atunes me adelanta Javier,  con su galga de carretera, y  circulamos juntos hasta allí, mientras hablamos de este vicio de la bicicleta. Se encuentra de vacaciones por la zona y sus piernas dicen claramente qué clase de CICLISTA es. Le comento la ruta que estoy haciendo y -probablemente- le llama la atención que pedalee durante varios días en solitario, por lo que me anota su correo electrónico y me invita a La Grupeta de Oki,  su peña, integrada por más de setenta personas, desde donde organizan todo tipo de escapadas: El Atlas, Los Alpes, etc. !Me tengo que pegar a vuestra rueda como sea!

      Pasado Zahara, en la Urbanización Atlanterra, intercambio impresiones con otro ciclista sobre una alternativa para llegar a Fascinas por la otra vertiente de la Sierra de la Plata, pero eso lo dejo para otra ocasión. Me adentro en el Parque Natural del Estrecho y me aparto un poquito de la ruta para tomarme un refresco en la playa de Bolonia, retomando luego el camino a los pies de La Laja de las Algas y el sendero agrietado del Acebuchal, hasta Facinas.

      Desde allí, todavía dentro del Parque Natural de Los Alcornocales, hasta El Bujeo, donde tengo la intención de hospedarme. Me informo en una casa rural, y tropiezo con otro de los inconvenientes de viajar en solitario: en algunos establecimientos te advierten de que no disponen de habitaciones sencillas, pero tienen la gentileza de ofrecerte una doble o cuádruple, haciéndote un importante descuento, es decir, se te puede quedar en 60 ó 70 pepinos. !Pobre cicloturista! Mojado, con cara de cansado,  con el día echado encima ¿a dónde va a ir ahora?

      Algeciras, todo cuesta abajo; aunque en la primera hospedería que lo intento me ocurre algo similar, por lo que decido comprarme un bicibús de varios miles de pedaladas hasta Los Barrios.

Etapa 14: Los Barrios - El Colmenar (sábado, 12 septiembre 2009)
"La educación también tiene ruedas"
Km.: 95
Salida: 09:00
Llegada: 18:00
Alojamiento: Hotel Rural La Buitrera (51 €)

      Desde la carretera de Los Barrios, en Puerto Moral, me desvió dirección Jimena, hallando enseguida indicios claros de la existencia de un vertedero cercano: camiones de basura adelantándote, asfalto pringoso, y tufo. No deja de ser anecdótico y transito con normalidad pero resignado; ya que por culpa de algunos intentos infructuosos en etapas anteriores, tratando de encontrar pequeñas alternativas –atajos y rodeos– de la ruta, tengo el convencimiento de que la misma transcurre por la mejor opción posible y dan fe del buen trabajo de campo de sus ejecutores.

      Ya me encuentro sobre el carril bici, pasada la Estación de San Roque, donde me adelantan unos y cruzo con otros grupos de ciclistas de carretera. Y como de costumbre, las galgas siguen empeñadas en diferenciarse de las burras –son de un diámetro superior– las primeras casi nunca levantan las orejas para saludar a las segundas –nunca mejor dicho– o no devuelven el saludo. Algunos cogen la bici para desestresarse, pero no han aprendido a sacudírselo antes de subirse. Eso me lleva a pensar que no era tan desagradable el paseo por los aledaños del vertedero. Les sigo durante un rato y compruebo que no dejan de ser domingueros –de los míos– y ahí es cuando me acuerdo de mi repudiada galga; de ciclistas como Javier, con quien me había cruzado antes de Zahara de los Atunes; pero, sobre todo de Diego y de los revolcones que nos hemos dado este verano (por cierto, acertadamente no me he llevado el maillot que me regalaste; lo hubiese deshilachado).

      Si de lo anterior se deduce mi malestar…lo he conseguido, pero se termina cuando se alían la subida al Castillo de Castellar y los tábanos, por lo que tengo que emplear todas mis energías en sujetar el manillar con una mano, espantar los insectos con la otra –lo de espantar es por decir algo– mientras los intento controlar de reojo, a la vez que me voy empapando de las bonitas vistas del Embalse del Guadarranque y del castillo.


      Desciendo por el camino, bastante deteriorado, hasta la Estación de Castellar y, paralelo a la vía férrea, sigo la pista hasta Jimena de la Frontera, donde lleno el depósito antes de acompañar por carretera el Río Hozgarganta –chulo– y, ya en la provincia de Málaga, la subida por pista pedregosa hasta la Carrera del Caballo.

      Antes iniciar esta ascensión, me alegra ver un turismo con soporte para bicicletas allí estacionado, por lo que doy por hecho que me cruzaré con alguien durante el camino. Efectivamente, coincido con dos zagalicos casi en el alto, justo cuando a los tres empezaba a ponérsenos cara de velocidad.




Etapa 15: El Colmenar - Ardales (domingo, 13 septiembre 2009)
"Qué día es"
Km.: 120
Salida: 08:45
Llegada: 19:30
Alojamiento: Hostal Rte. El Cruce (20 €)

      Me alejo de El Colmenar siguiendo la carretera hacia Gaucín y luego la  pista que sube por la Sierra del Hacho. Se interpone en mi ruta un alcornoque derrumbado –cansado de vivir– sobre el que era su espacio y ahora es camino. En lo alto, al lado de su  tocón,  veo un par de chaparritos sacando pecho.

      Sigo el bonito sendero de la Cañada Real de Gibraltar, guiado por el Río Guadiaro y la vía del tren, donde me cruzo con varios grupos de excursionistas y un ciclista –caigo en la cuenta de que es domingo– entre ellos numerosos niños.
    
      Una vez dejado de lado la Cueva del Gato, como señala el rutómetro, llego a un campo labrado,  donde me arrepiento de no haber cambiado mi burra por aquella simpática mula de  El Colmenar y, cuando alcanzo la carretera, pienso que el último tramo hasta Ronda lo dejaré para cuando decida hacer el centenar.

      Amenaza tormenta y atajo desde Ronda hasta El Burgo por carretera,  por el Parque Natural de la Sierra de las Nieves. Como si hubiese dado un pequeño salto en el tiempo, cuando cambio de vertiente, compruebo que en ese lado ha llovido bastante. Consulto un grupo de vecinos, quienes me desaconsejan desplazarme por el camino previsto, de modo que sigo su sugerencia y llego a destino por asfalto con la tormenta pisándome las llantas. Los rayos llegan cinco minutos después y continúan su espectáculo mientras ceno.  En esta ocasión no he pagado la entrada, pero no me atrevo a mirarles fijamente a los ojos por si deciden hacerlo otro día.

Etapa 16: Ardales - Ventas de Zafarraya (lunes, 14 septiembre 2009)
"Madruga el otoño"
Km.: 120
Salida: 08:40
Llegada: 19:15
Alojamiento: Pensión Aquí te Quiero Ver (20 €)

      Noto una clara bajada de la temperatura y he pedido un préstamo meteorológico para los próximos días, pero no me ha sido concedido. Oigo los truenos cada vez más cerca; pese a ello comienzo la etapa hasta El Chorro, en cuyo recorrido choco con una tormenta eléctrica –de las que place ver a través de una ventana con un montón de pipas en la mano– por lo que apago la electrónica y, abogando al aislamiento de mis neumáticos, intento que no me intimide...pero no lo consigo, de modo que  me refugio milagrosamente en la caseta de información de las Ruinas de Bobastro. Me quedo un rato mirando la lluvia, mientras como lo más parecido a unas palomitas que tengo a mi alcance: un plátano, y echo el lomo sobre el banco de madera, con el casco sobre la cara, al la vez que el subconsciente va contando los segundos que me separan de la tormenta.
      La lluvia me mantiene allí, en jaque, durante más de una hora, e intuyo que esta sería la primera partida de un torneo que tenía a priori perdido, así que sacrifico la torre y posiciono la burrilla en el centro del tablero, intentando ganar tiempo.

      Voy avanzando por asfalto desde El Chorro hasta el Valle de Abdalajis, huyendo de barrancos y senderos, y luego, ya por el camino transandalusero, hasta Antequera. Por la tarde aterrizo en Villanueva del Trabuco donde están de fiesta –pasada por agua– y decido comprobar el estado de la pólvora de mi penúltimo cartucho.

      El ingeniero que proyectó el trazado del paso por la Sierra de San José debía estar aquel día de mal humor –menuda pendiente– Si llego a ser consciente de que la mayor de mis armas era un escaso 28 (como si la marcha más corta de un coche fuese la segunda), hubiese  dormido en medio de aquella cuesta.

     Después de aquel descenso temiendo por los cables de los frenos, comienzo a oler más a tormenta que a Granada, y,  aunque enseguida alcanzo la segunda; lo mismo hace conmigo la primera. Llego a Zafarraya sujetando el manillar como un martillo neumático en funcionamiento y tengo que esperar varios minutos, sacudiéndome el agua y el frío como un perro, antes de poder hablar –que ya de por sí me cuesta– hasta que consigo liberar aquella maravillosa palabra: ¿habitación?


Etapa 17: Ventas de Zafarraya - Dúrcal (martes, 15 septiembre 2009)
"Dónde está mi brújula"
Km.: 102
Salida: 09:30
Llegada: 18:00
Alojamiento: Pensión Rural La Fonda (25 €)


      El remojón del día anterior me ha dejado helado cuerpo y…mente, y lo primero en lo que pienso esta mañana es en comprar unas perneras –me estoy haciendo viejo. Con esa intención entro en Alhama de Granada por el atractivo sendero de Los Tajos. Lo más parecido que allí encuentro son unas mallas y las compro, por si acaso.

      La climatología no ahoga, pero previsiblemente seguirá apretando; y yo, como mi brújula, me siento desaclimatado pero orientado hacia un punto fijo en el sureste. Con esta perspectiva concluyo que ese mismo día tengo que colocarme a las puertas de Almería, así que pongo marcha, casi todo por asfalto, hasta Nigüelas. Llego bastante temprano a este pueblecito en la falda de Sierra Nevada, cuyas cumbres parecen tener retenidos aquellos sobrios algodones gigantes y grises, por lo que, sin pensármelo demasiado, decido acometer esa sierra y meterme en Pampaneira.

      Paso el río Torrente y comienzo a subir tranquilamente, sorprendido por el buen estado (salvo algunas trialeras al comienzo) y trazado de la pista, que disminuye gratamente el esfuerzo. No llevo más de dos kilómetros y aquellas nubes allí apostadas en lo alto comienzan a planear como halcones sobre mi casco, al tiempo que les oigo cantar. Como en la mili, no me hace falta ninguna otra voz ejecutiva para dar media vuelta, pegar un buen trago de agua y pedirle a aquella cosa con ruedas que corra. Llego a Nigüelas ya lloviznando, y camino de Dúrcal me tengo que parar en La Alquería de Los Lentos (alojamiento 75 €; no me extraña que el turismo rural esté...) a tomar un café y un bollo, esperando durante un buen rato hasta que pasa la tormenta.

      Encuentro fácilmente alojamiento en Dúrcal. Sigue lloviznando, pero una vez duchado ya no duele y me doy un paseo hasta el taller de bicicletas, donde compro –ahora sí– unas perneras. Lo que no encuentro con tanta facilidad es donde cenar (casi todo cerrado por vacaciones).

Etapa 18: Dúrcal - Laujar De Andarax (miércoles, 16 septiembre 2009)
"Retorno al campo base"
Km.: 134
Salida: 10:00
Llegada: 19:50


      Retomo la carretera de Nigüelas,  revalidando la  subida a Sierra Nevada del día anterior. Desmonto de la burra y me desvío caminando por el sendero de Casa Tello hasta el puente sobre el Río Lanjarón.   Un pino segado y una joven cascada me recuerdan que cualquier sitio es bueno para plantarse o seguir adelante, pero yo tengo claro que no renunciaré hasta tocar la tierra del Indalo, así que sigo pedaleando hasta Pampaneira, Bubión, Capileira y Trevélez.
      Son casi las cinco de la tarde, y, aunque el GPS y todo ese rollo funciona perfectamente, he perdido mi brújula, de modo que, antes de apagar el aparato,  llamo por teléfono al campo base para preparar una huida en Laujar de Andarax; donde, un poco antes de las ocho, me recoge mi mujer –acompañada de los dos cachorros–  justo en el momento en el que comienza a llover.

     Desmonto la burra para meterla en el coche –con no poca pena– y partimos hacia casa. Cuando esa cosa de cuatro ruedas se pone en marcha (no vamos a más de 80 Km./h), tengo que asirme con fuerza, con una mano al asa de la puerta y con la otra a lo primero que pillo –suerte que no soy manco– algo asustado por la enorme velocidad que podía coger aquello.

Etapa 19: Sorbas - Instinción (viernes, 25 septiembre 2009)
"El último cartucho"
Km.: 197
Salida: 07:30
Llegada: 20:30

      El día dieciséis ya había desistido de mi primer objetivo de completar la Transandalus de una forma ininterrumpida. No obstante, me quedaba un último cartucho antes de colgar burra y ruta por este año:  hacer alguna etapa más por la provincia de Almería.

     El sofá y yo teníamos muchas cosas que contarnos y la previsión meteorológica no me convencía demasiado, así que, entre esta excusa y otras, divago estos últimos días por el campamento base, durante los que aprovecho para salir un par de veces en bici con Dani –a ver si consigo engañarlo– y jugar un partido de fútbol-sala, que me ha dejado el cuerpo molido.

      Inicio la etapa en Sorbas, esta vez en sentido horario –contrario al habitual– sin apenas peso y con neumáticos estrechos y casi lisos.
     Con la ventaja de jugar en casa,  desde la carretera de Río Aguas  tomo un atajo que enlaza con esta ruta poco antes del cortijo Huelí, dentro del Paraje Natural de Karst en Yesos, y desde allí otro que atraviesa el cerro de Las Molatillas, descendiendo  hasta Mizala –una parte no es ciclable. Desde El Argamasón empalmo directamente con la carretera de Fernán Pérez, omitiendo la entrada a Agua Amarga, continuando el trazado documentado por el Paraje Natural de Cabo Gata-Níjar hasta San José y Cabo Gata. Es muy reconfortante cruzar todas esas playas tan desiertas en otoño.

      Alcanzo la capital en hora punta del mediodía, con bastante tráfico, y, entre coches, aceras y pasos de cebra, encajando como una pelota en el juego del Tetris, la cruzo más lentamente de lo previsto –no soy un ciclista urbano– hasta la boca del camino hacia Enix. Al inicio,  la pista es cómoda y llevadera, con bonitas vistas de Almería y su puerto (algo opacas este día) mientras vas ascendiendo, pero luego se convierte en una marabunta de pedruscos como puños, mal compactados; con la sana intención -creo- de evitar la erosión del camino, pero mortífero para la bici.

     Cuando llego a la cumbre, me cuesta recordar otra ocasión en la que me alegrase tanto de ver asfalto. Este terreno, cuesta abajo no debe suponer excesiva dificultad, pero al contrario, ascendiendo, aquellas piedras pueden poner casi transversal tu bici como intentes agilizar la pedalada.

     Cruzo la población de Enix, después de abastecerme de agua en su fuente,  justo cuando comienzan a llegar carros cargados de garrafas vacías para hacer lo propio, y sigo pedaleando por la Sierra de Gádor hasta los parajes denominados "llanos" que me avisan de que el resto del camino es todo bajada.  Creo encontrarme ante la última propina de toda esta travesía, pero la fuerte pendiente y mis quejicas manos –manía de no usar guantes– lo convierten en un descenso puñetero que realizo lentamente y maldiciendo.

      Entronco con la carretera de Instinción y recurro al coche escoba,  momento en el que me separo de  la Transandalus.  Llego más tarde y en peores condiciones físicas de lo previsto,  por lo que renuncio –pospongo– al plan de continuar pedaleando de noche por la rambla hasta Gádor y Tabernas (por el desierto de Europa),  y desde allí, a través de Sierra de Alhamilla, hasta Turrillas, Lucainena de las Torres y Sorbas. Esta es –en mi modesta opinión– una digna alternativa para los transandaluseros que deseen prescindir del trazado costero y perderse en estos otros parajes vecinos de esta provincia.



"TransAndalus...perdóname por los trazos de preescolar con los que en ocasiones me he visto obligado a dibujarte y gracias por no haberme perdido nunca de vista, aunque a veces me haya soltado de la mano".

Al coche escoba, y a las personitas de menos de un metro:
No importa que fallen los hidratos de carbono...
...siempre hay alguien que te mueve.


Algunas cifras de esta Transandalus:

   1: Una CC.AA., un buen camino, una mala burra y un dudoso cicloturista...

   2: Dos ruedas, dos talleres…

   3: Tres caídas tontas, tres paquetes de galletas rellenas de chocolate, tres remojones…

   4: Cuatro averías…

   5: Cinco bolsitas de chuches…

   6: Seis bolsas de frutos secos…

   7: Siete peras…

   8: Ocho rodillas a tierra…

   9: Nueve provincias (ocho andaluzas y una extremeña)

 10: Diez días soleados y casi otros diez malhumorados…

 11: Once helados…

 12: Doce pastelillos…

 13: 12+1 metehierros...

 14: Burra 1-4 TansAndalus...

 15: Quince manzanas…

 16: Dieciséis llamadas por teléfono…

 17: Diecisiete camas…

 18: Dieciocho kilogramos…

 19: Diecinueve etapas…

 20: Más de veinte centenares de kilómetros…

 30: Treinta refrescos…

 40: Cuarenta plátanos…

 50: Km./h. !de uvas a peras!…

 60: Sesenta poblaciones…

 70: Setenta mapas…

 80: La Vuelta a Andalucía en ochenta días: no debería hacerse en menos...

 90: 60, 90 (sin comentarios)...

100: En definitiva, haCIENdo camino...