Una vez concretado el equipaje que iba a transportar durante la travesía transpirenaica, opté por descartar mis alforjas (1,7 Kg de peso) y decidí utilizar una mochila instalada sobre el transportín de la bicicleta:
En este caso, una mochila de 20 l de capacidad, con hombreras y espalda acolchada, dos bolsillos laterales expansibles, uno superior y correas para la cintura, con un peso de 500 g (12 €), y una aparente buena relación calidad/precio.
Si se desea aliviar el peso de la mochila (aprox. 100 g), se pueden descoser y retirar las hombreras, salvo que se quieran conservar para colgarla posteriormente a la espalda.
Las correas inferiores de las hombreras y las de la cintura nos servirán para inmovilizar la mochila sobre el transportín, lo que puede hacerse de varios modos; pero el que me resulta más fiable es el siguiente:
En primer lugar se pasa el asa superior de la mochila por la maneta del apriete rápido del sillín de la bicicleta, evitando de este modo que pueda desprenderse, aunque no es imprescindible hacerlo.
Luego introducimos una correa de cada lado por el interior de los soportes laterales del transportín, impidiendo que la mochila caiga hacia los lados.
Luego introducimos una correa de cada lado por el interior de los soportes laterales del transportín, impidiendo que la mochila caiga hacia los lados.
Por último, las dos correas restantes se pasan por el interior de los soportes, y, una vez llevadas a la parte superior, se acoplan para que la mochila quede bien ceñida al portabultos y no se mueva.